Escuchar mientras se lee

viernes, 11 de febrero de 2011

En brute

Aquí las noches son cada vez más cortas. Me mentalizo para despertarme temprano y me despierto cada vez mas temprano. Intento acostarme tarde y me acuesto cada vez mas tarde. Lo voy logrando, de a poco duermo menos y no siento el sueño sobre mis hombros, las heladas y calladas noches no me quitan energía y las tiernas mañanas calientan mi cuerpo. Desayuno dos veces por día, al despertarme me como una manzana y más tarde, cuando voy a la ciudad, un croissant y un café con leche. Dos desayunos no están nada de mal. No como más en todo el día.

Ahora estoy en el mirador que está frente a la carretera. Los autos pasan hacia la izquierda y hacia la derecha. Zuum zuuum zaaam zuum pasan eternos de muchos colores y formas pero todos iguales de cualquier modo. Su zumbido como de animales es acompañado por el compás de una moto cada cierto tiempo que se dirige hacia la izquierda o hacia la derecha.

Más adelante tengo el eterno lago. Inmenso y cristalino, me traspasa con cada centímetro de su existencia, con cada roca incrustada en sus costas.

Los autos dejaron de pasar sin pausas, ahora es solo esporádico, cada ciertos segundos aparece un auto o un par, luego sale uno del otro lado y así. La música de sus motores es más lenta, me recuerdan a una hoja cayendo, o a una pluma, que a fin de cuentas, son lo mismo.

1 comentario:

Tonchi dijo...

esta bonito me recordo un poco a cortazar en un pequeño sentido!